Australia

Llegué a Darwin de madrugada, descendimos  sobre la  pista del aeropuerto y el golpe de calor fue increíble. Esa situación a mí personalmente no me causó ningún problema, al contrario, porque aunque parezca extraño mi cuerpo se siente mejor a temperaturas muy elevadas. 
Fueron cuatro días calurosos que estuve allí, cuatro días preciosos. Visité el Parque Nacional Kakadu. Las playas son preciosas y hay buenas olas para hacer surf pero las aguas suelen ser peligrosas, porque dicen que hay cocodrilos de agua salada. Yo por allí no les vi pero no me extraña porque en Australia esos bichos están por todos lados.

En Darwin como en el resto del continente la población es multiétnica pero aquí me sorprendió el gran número de aborígenes.

Uluru o Ayers Rock
UNESCO
Este sitio es el icono natural más famoso de Australia es una formación rocosa que emerge de una planicie en medio de la nada. Estar parado frente a ese inmenso, de color rojo que cambia de colores según el ángulo de la luz que refracta, nos hace sentir muy pequeño.
La roca es un lugar sagrado para los aborígenes australianos y ellos a pesar de ser los dueños de la tierra no impiden la escalada pero sugieren que no lo hagan. De todos modos hay un sendero, construido, que lleva a la cima. Si van a pasar de los sentimientos de este pueblo para alzar los brazos en señal de victoria más cerca del cielo, lleven agua suficiente y atención a la temperatura. Volviendo al principio la forma más sencilla de llegar al Parque Nacional es cogiendo un vuelo que les lleve al aeropuerto de Concellan en Yulara.  Si no les apetece volar y no tienen coche una buena alternativa es coger el autobús de Greyhound Australia.
Brisbane es una ciudad importante con una muy buena conexión aérea yo llegué hasta allí en avión para proseguir en autobús rumbo a Sydney.

Gold Coast
Recuerdo que venía con ganas de playa y después de echar un vistazo que duró medio día, me desplacé hasta Gold Coast, una urbe costera ubicada a una hora de camino en dirección al sur. Allí hay muchas playas bonitas, yo me hospedé en Surfers Paradise y cuando desperté fue hermoso ver por la ventana el inmenso del océano. ¡Qué primer día! Parece que fue ayer que paseaba por aquellas playas. A la época todavía no abundaban los rascacielos pero de todos modos la arquitectura ya se mostraba generosa y el lugar muy ordenado. Todo estaba en su sitio y no faltaba nada. Toda la costa del Pacífico lucía casas bonitas y jardines exquisitos pero en aquellos tiempos para mi gusto faltaba gente.

Novecientos  kilómetros me separaban de Sydney. Tranquilo pero con ganas de ir de prisa compré un boleto hasta el destino final con la particularidad que podía hacer cuantas paradas intermedias desease sin cargo. Gracias a este sistema visité Coffs Harbour, Port Macquarie y me detuve en Newcastle, donde encontré buena vida nocturna. Me sorprendían algunos jóvenes, que subían y bajaban del bus, descalzos y a veces sin camiseta. Como si su tabla de surf fuera todo lo que necesitasen.

Mirando gente y disfrutando del paisaje llegué a Sidney.
En unos días recorrí toda la ciudad; a pie llegué al centro del famoso puente desde donde las vistas que incluyen la ópera, la ciudad y la Bahía de Sydney son preciosas.
De noche hay mucha vida, la gente bebe mucho y es curioso ver a personas que hacen masajes en la calle.

Melbouerne

Melbourne, es una ciudad preciosa que lo tiene todo: la atraviesa el río Yarra y conecta al mar en una bahía maravillosa. La capital australiana es un sitio para caminar por el área metropolitana hasta hinchar los pies. El colorido de Chinatown, las luces, el verde junto al agua y los edificios de época que observan con el rabillo del ojo a los rascacielos modernos forman un conjunto inmejorable.

Una excursión que recomiendo es ir a visitar  Philip Island. Si tienen oportunidad de ir a ver el mundial de motociclismo, perfecto, pero si están fuera de la fecha que se realizan las carreras pueden ir hasta allí para disfrutar de algo no menos importante como es ir a visitar el habitad del pingüino  azul, los más pequeños  de su especie. Por su tamaño verle llegar a la costa y desafiar la bravura de las olas para regresar a sus nidos es un espectáculo precioso.


Philip Island, es uno de los pocos sitios del mundo donde estas aves hacen una parada para depositar sus huevos.  Sin salirnos de esta Isla que se encuentra a 138 kilómetros de Melbourne podemos visitar el Centro de Conservación de Koalas que es muy sugestivo.

Arriba a la izquierda vemos la imagen del circuito de Philip Island y abajo un magnifico ejemplar de koala.


A continuación coloco un set con algunas fotos que tomè en aquel viaje y les pido disculpas por la pobre calidad de las imagenes






Con los dedos de una mano alcanza para contar los sitios que rompen la regla personal que dice: “Soy de donde estoy y no importa de dónde vengo”.


Aquí no logré sentirme uno más de ellos y no guardo el mínimo rencor por el hecho. Son cosas que pasan se aceptan y basta. Además, esta tierra es magnífica y espero que la vida, algún día, me permita volver para saborear sus comidas y brindar a la salud de todos con un buen vino. 

Ahora los más exigentes pueden ir a visitar Tasmania, los que no si les apetece pueden seguir conmigo camino a Nueva Zelandia.

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