La visita al Parque Nacional del Gran Cañón delColorado es un tour tradicional para los turistas que llegan a Las Vegas y la
obligación de hacer un desvío para todos aquellos que recorren la famosa “Ruta66”. Desde la capital del juego se puede llegar y sobrevolar el corte en avioneta
o contratar una de las empresas que hacen la excursión en autobús. Con nieve o
sin la Señora Blanca el Cañón es precioso.
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Mirador |
Los que no tienen prisa, se
pueden alojar en el Ángel Lodge, y los que no van a pasar ninguna noche en el
sitio pueden usar este antiguo parador fundado en el año 1935 como referencia
porque está ubicado en el anillo sur a tan solo unos pasos de corte. Este
parador construido con madera en el estilo rústico de la época es un verdadero
monumento. Nos recibe una estufa de piedra que la vista agradece cuando no es necesario
encenderla y el cuerpo en época de invierno. Siguiendo el recorrido por su
interior encontramos un puñado de habitaciones, una cafetería acogedora y un activo
negocio de regalos. A los que van a descender el Gran Cañón, la gente del Ángel
les puede procurar los permisos.
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La nieve en el Gran Cañón |
Yo llegué al Cañón en invierno y no descendí pero una muchacha que estuvo por allí en verano me narró su experiencia que con gusto a continuación voy a recordar para ustedes:
«Antes
de comenzar el descenso caminé hasta una roca que sobresalía, me apoyé en la
baranda, alargué un poco el cuerpo mirando hacia abajo y pensé: “Qué pequeño es el hombre, somos
como un grano de arena que busca su lugar en el mar”. Siguiendo el panorama levanté la vista buscando
el otro lado y vi como la Naturaleza, mostraba orgullosa su obra donde infinitos
tonos rojos dan color a rocas milenarias. ¡Qué belleza! Alcé un poco más la mirada y así pude apreciar
como con esmero el cielo terminaba de pintar el paisaje. Era la primera vez que
iba más allá de los alrededores de Los Ángeles y en un golpe de emoción me
pregunté: “¿En el caso de que el dinero que llevo
no se termine nunca?, ¿llegará el momento que ese tipo de vida
que con tanto entusiasmo estoy iniciando
me agobie?”.
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Panaronamica |
Sin respuesta volví a
concentrarme en la exploradora que había nacido en mí y llevando la mejor
impresión desde lo alto comencé el descenso. Un viaje a las profundidades del
Gran Cañón del Colorado, es un viaje a través de un espacio por el tiempo
porque el corte transversal del cauce del río permite observar como en ningún otro
lugar en el mundo el depósito de rocas a través de doce mil millones de años.
Recorriendo el camino hacia el curso fluvial del cañón encontré marcados en la
roca todos los cambios que se produjeron en la corteza terrestre: levantamientos,
hundimientos, erosión y depósito. La profundidad del Colorado supera los mil
quinientos metros y el camino está bien señalizado. Según las indicaciones
comencé bajando a ritmo regular para dosificar el esfuerzo.
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Mirador
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Durante todo el
camino vi como predominaban los tonos rojos, aunque noté que en sitios donde no
llega el sol aparecen con frecuencia, toques grises. El cañón es una reserva
llena de vida donde hay más colores: el verde de las plantas, los árboles y el
arco iris de las flores. No me faltó el agua para refrescarme y a medida que
descendía el calor sofocante de las alturas iba disminuyendo. Después de horas
de marcha llegué a una gruta de una dimensión importante donde la zona presenta
un agradable micro-clima; sabía que por aquellas profundidades abundaban los
animales y deseaba estar sola. Realmente no me molestaban las bestias sino el
hombre hecho una de ellas. Mientras hubo luz el helicóptero, Subió y bajó con
turistas que visitaban de la manera menos sacrificada el corte. “Dicen que los medios están
para ser usados y está bien que lo hagan”.
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En las profundidades calma |
La temperatura era agradable y los
botes que descendían las aguas estuvieron muy activos aquel
día. El Cañón del Colorado es una gran belleza y mejor negocio. Despreocupada
llegué al atardecer, sin mucho por hacer observé un poco la cueva y calculé que
el techo estaba a unos cien metros. ¡Qué maravilla! El río corría rojo, las
paredes que lo circundaban eran rojas y encendí un fuego para estar a tono. ¡Increíble!
Rodeada por ese color; no estaba en el infierno y me sentía en el paraíso. Pasé
la noche en mi saco de dormir y acostumbrada a tener pesadillas allí descubrí
los sueños. Por la mañana me levanté arropada por un dulce silencio y antes de
ponerme en marcha observé con detenimiento el paraje. Una energía fluía por mi cuerpo;
era una sensación extraña, por cierto muy agradable, que me llevó a formular
una pregunta: “¿Existirá otro sitio con casas y hombres
donde pueda sentirse igual de bien que aquí la gente?”.
Los indios fueron los primeros
habitantes del Cañón y todavía hoy existe una pequeña reserva. El Colorado es
un lugar mágico rico de leyendas y para mí el Gran Cañón fue un lugar de paz donde
por primera vez se sentí el equilibrio con su esencia.»
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