Mongolia

Atrapado en la noche de la capital china me costaba asumir que tenía que largarme en la mañana. El tiempo transcurrió deprisa, la música dejó de sonar, se encendieron las luces y envuelto en la telaraña del murmullo de la gente que salía abandoné el local en silencio. Es una zona de marcha rodeada de parques por donde cada mañana los zombis se desvanecen por los caminos que transcurren entre los espacios donde los que prefieren vivir de día utilizan para hacer su gimnasia matutina. Pertenecen a dos mundos y cada grupo se espanta de la realidad del contrario pero, desde mi punto de vista, los unos no oscurecen a los otros.
Llegó el momento de transitar senderos distintos, entonces, me despido de un par de amigas, que van a coger un taxi, y sigo hasta mi hotel donde tomo una ducha y me visto para de inmediato volver a ganar la calle. Sabía que no iba a ser fácil pero nunca imaginé que después de haber pasado la noche en el paraíso durante el día iba a arder en el infierno. “Cuando el viaje es un desafío hay que resolver situaciones todo el tiempo.” Hoy es uno de esos días que no termino de preocuparme por una cosa que la debo aparcar porque se impone un nuevo contratiempo. “Cuando se acumulan las dificultades hay que ir paso a paso porque de lo contrario la situación se nos escapa de las manos.”
Voy a omitir los detalles porque estoy seguro de que de no hacerlo ustedes pensarían: “¡Qué idiota! Y, además, no le pagan por hacerlo”. En resumidas cuentas, después de un día tremendo recién a las seis de la tarde logré recoger el pasaporte en la embajada de Mongolia y en una carrera contra el tiempo un par de horas después conseguí, por los pelos, abordar el último autobús. 
De noche entramos en el desierto de Gobi y con el alba llegamos a la ciudad fronteriza de Erenhot.
Hay que ver para creer; según un mapa reciente la ciudad está configurada por un puñadito de calles que se cruzan a uno y otro lado de las vías del ferrocarril. Pero la realidad es muy distinta; nunca había visto levantar una entera ciudad de un golpe, como si se tratase de un juego para niños: avenidas, calles, casas, edificios, arquitecturas del futuro, centros comerciales, parques, lagos, árboles, plantas. ¡Increíble! Donde antes no había nada ahora no falta nada. 
Cuando las distancias son muy largas los viajes son muy duros y cuando los destinos son toscos los logros llegan a lomo de sufrimiento. Estamos a mitad de camino y los que llegaron hasta aquí por tren deben soportar entre 4 y 7 horas de demora por el cambio de ruedas debido a que los ferrocarriles mongoles son de origen ruso y los soviéticos para evitar la invasión con ese medio rodaban en distinta medida. Para hacer el cambio un ejército de operarios desengancha todos los vagones y con una enorme grúa, uno a uno, les levantan sin hacer descender a los pasajeros que atónitos observan la operación. 
Por otro lado, los que nos presentamos en la línea divisoria andando también nos llevamos de aquí nuestra cuota de padecimiento. Porque para justificar un absurdo peaje de carretera, que pagan todos los pasajeros, no dejan cruzar de a pie. Eso implica tener que coger uno de los jeep de pasadores de mercancías que, debido a que cuanto más cargan más ganan, llegan  a la frontera prácticamente sin espacio. Sabemos que es así y, a pesar de que algunos protestan y otros se cagan en los muertos de chinos y mongoles, comprimidos como sardinas en lata, todos los que estábamos esperando, montamos en los medios. 


China es mucha China y que a Mongolia algún día Dios la aúpe a la gloria, pero para eso falta mucho y la prueba está en que del otro lado nos reciben 4 casas, junto a una estación de ferrocarril, y una plaza donde se ubican las únicas tiendas del pueblo que venden comida mala y productos de común utilidad.


Máquina para calentar agua
Cuando subo al tren descubro con alegría que hay una curiosa caldera alimentada por leña pequeña que calienta el agua para preparar bebidas.


Después de una noche tranquila, los primeros compases del amanecer nos anuncian un día de colores vivos. Pegado a la ventanilla no escapan a mis ojos dos grandes manadas de camellos. En el país donde hay 30 caballos por habitante los equinos le dan un toque de gracia al paisaje. También abundan las ovejas y, de cuan en cuan, se ven algunos yak, unas pocas cabras y las infaltables vacas. 
Siempre para adelante
El convoy sigue su camino, atrás quedan las estepas de  Gobi y aparecen los primeros árboles, para ser más exacto, los primeros pinos. 
Cuando todo el paisaje está mutando un grupo importante de habitaciones nos  indican que estamos llegando.
Ulaanbaatar, en su lengua, significa héroe rojo. La ciudad que fuera fundada en 1639 como centro de monasterios budistas hoy es mucho más que la parada del tren transiberiano que une Moscú con Pekín. El país cuenta con aproximadamente 3 millones de habitantes, y la pérdida de peso de las tradiciones nómadas ha producido un éxodo importante desde el interior hacia la capital donde hoy vive casi la mitad de la población de Mongolia. Avenidas anchas, bloques de habitaciones populares y algunos edificios históricos marcan un pasado bajo dominio soviético. A medida que nos alejamos del centro disminuye el cemento y sobre las colinas aumentan las parcelas valladas que contienen sus yurtas. Aquí tampoco hay sitio para todos y un importante grupo de personas para poder soportar las temperaturas extremas del invierno han hecho suyo el subsuelo de la ciudad, mientras que en el extremo opuesto destaca una importante cantidad de automóviles  exuberantes. Por citar algún ejemplo, además de un centenar de vehículos de súper lujo en tan solo 24 horas llegué a contar media docena de Rolls Royce Phanton. Dejando la riqueza y pobreza a un lado cuando cae la tarde y el sol ilumina las colinas el panorama hace rebosar nuestro espíritu de alegría.


Se acerca el día del aniversario de la independencia y la ciudad nos recibió luciendo banderas. Vine para ver el festival… y mientras espero no desespero pero no estoy plenamente a gusto. Antes de sentarme a escribir mientras caminaba por un callejón me preguntaba: “¿Qué diablos estoy haciendo aquí pudiendo estar en una playa del Pacífico? Quien recorre mundo sabe que esto es así y por esa razón el tema quedó atrás sin respuesta.



Dentro de los lugares importantes encontramos el Palacio de Invierno que fuera la residencia de Bogd Khan, último kan mongol que también ejerció como lama (líder espiritual del budismo tibetano en Mongolia). El complejo que cuenta con un puñado de edificios necesita una urgente restauración de su exterior mientras que en el interior bastante bien conservado se expone una importante colección de objetos de un valor incalculable. En particular me llamó la atención una yurta cubierta con piel de leopardo, que posee una puerta de madera decorada con metales preciosos y un interior exuberante. Estaba cerrada pero yo que soy atrevido pedí que la abran para mí. Destacan también piezas de oro, telas, el mobiliario real y una extraña colección de animales embalsamados.

El centro de peregrinaje, que destaca por su elevado número de monjes, cuenta con una serie de edificios, dedicados a los estudios del budismo, que culminan en un imponente templo en cuyo interior se expone una estatua dorada de un Buda de pie que alcanza los 26,5 metros de altura. 




El budismo fue perseguido por el régimen soviético; más de 900 templos fueron destruidos y muchos monjes asesinados u obligados a unirse a las filas del ejército. El Gandantegchinlen Khiid, nombre completo, que 1838 había sido mudado al sitio actual en el siglo XIX tampoco logró escapar a los desequilibrados que lo tomaron sin la mínima consideración. Más adelante después de mucho insistir el complejo fue restituido y en 1990 con la Revolución Democrática y el resurgimiento del budismo en Mongolia el monasterio fue restaurado. 



Festival de Nadan

Es una celebración social y deportiva de la cultura nómada cuyo origen se remonta a la época de Genghis Khan y en la actualidad se celebra cada año entre el 11 y 13 de  julio.
La fiesta que integra 4 torneos —tiro con arco, lucha, carreras de caballo y lanzamiento de tabas— se desarrolla en un marco increíble donde participa toda la sociedad junto a un puñado de turistas que resaltan como manchas. Abundan los platos tradicionales y millones de tomas fotográficas son prueba de su valor y su belleza.
A los juegos todavía hoy, en forma equivocada, se les suele llamar competencia de los hombres cuando la reciente participación de las mujeres en el tiro con arco ha roto el predominio masculino.
La carrera de caballos es la competencia que más cautiva a los mongoles. En la prueba, que por sobre todo valora la calidad del caballo, no intervienen jinetes mayores de 10 años de edad. Yo que he visto en la forma que terminan los muchachos les puedo garantizar que competir en este tipo de carreras tiene mucho mérito. En el Naadan de Ulaanbaator, el más importante del país, interviene un número de 4 cifras de equinos divididos por la edad del animal en 6 grupos, mientras la distancia en la que compiten, entre 15 y 40 kilómetros, difiere según la edad del caballo. 
El lanzamiento es la última actividad incorporada al festival. Observando la concentración de cada participante se palpa la importancia que la gente de la tierra le da a este deporte mongol que consiste en impulsar con los dedos un hueso que se desliza sobre una pequeña plataforma de madera y cruza el aire con la intención de golpear dos tabas de oveja colocadas en un tablero a varios metros de distancia.

Palabras del presidente en una colorida ceremonia de apertura. Premios, emociones y alegrías marcaron la despedida de este festival que por sí solo compensa un viaje hasta este rincón del planeta. 


I

II


III


IV


V




Mongolia con sus grandes desiertos, interminables praderas y bosques de sueños merece dedicarle más tiempo, pero cada uno viaja a su manera, y yo que en un viaje anterior había dormido en una yurta al calor de su estufa que funcionaba a carbón de piedra. Había compartido momentos con los nómadas, disfrutado con sus camellos y que, además, conozco el desierto de Gobi por tierras chinas y no estoy por la labor de soportar recorridos muy largos por lugares donde no hay sitios donde tomar una buena ducha, de momento me considero hecho. Digo de momento porque sé lo que hay y tal vez algún día alguna nueva inquietud me regrese por estas latitudes del planeta.
Ahora mi mente no pudo con mi espíritu que la obliga a buscar un plan para dejar este lugar inhóspito e ir en busca de fiesta al triángulo formado por Sanya en China, Natran en Vietnam y Boracay en Filipinas.

A continuación aparecen 2 imágenes de mi primera visita en 1990



Hasta el próxima motivación

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