Minas antipersonales


Supongo que ustedes se habrán preguntado más de una vez: 

¿Por qué algunos de nuestra especie son tan necios? 

Guerrear, matar o mutilar. 

¿Qué cosas más absurdas, verdad?


Las minas contra personas están diseñadas para asesinar o incapacitar a sus víctimas, colapsar los servicios médicos enemigos, degradar la moral de sus tropas y dañar vehículos no blindados. Su objetivo primordial no es matar porque en el frente de batalla un herido causa más problemas que un muerto.

Se calcula que hay más de 110 millones de minas repartidas en más de 64 países. Cada año más de 26.000 personas, o lo que es lo mismo, cada 20 minutos alguien muere o sufre traumáticas mutilaciones debido a la explosión de alguno de estos mecanismos que  no hace distinción entre soldados o civiles. Este tipo de arma puede permanecer activa durante más de cinco décadas después del final de un conflicto. Además, con frecuencia  no se señalizan las áreas minadas  ya que son lanzadas arbitrariamente desde aviones o lanzaderas sin ningún control sobre la zona en que caen. Tampoco se elaboran mapas de minas; situación que provoca tragedias como la que ocurrió en Bosnia cuando soldados, envueltos en un repliegue en apuros, fueron víctimas de las minas que ellos mismos habían colocado.


La mina es un armamento certero que se activa por presión de poco peso, por esa sensilla  razón muchísimos niños no escapan a la desgracia. La situación es horrible y el daño es como un monstruo que se hace cada vez más grande. Sobre todo porque el 90% de sus víctimas pertenece a la población civil.

Una mina cuesta algo menos de 2 euros y los principales productores que aportan más de 200 millones de minas son los Estados Unidos, China, Rusia, Israel, Italia, España, Corea del Sur, India y Singapur.

Mientras los países más afectados por esta plaga son Camboya (10 millones de minas; uno de cada 236 ciudadanos está mutilado), Angola, Bosnia-Herzegovina, Afganistán, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Perú (en la frontera con Chile y Ecuador), Sudán, Mozambique, Somalia e Iraq.

Desde luego que preferiría llegar a ustedes con un argumento bonito. Pero en estos momentos mis ojos están viendo esta miseria humana que creo que es justo recordar para que prime la sensatez, terminen las guerras, el mundo cambie y el lugar de las minas dañinas lo ocupen plantas de flores y setas de bonitos colores.

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