San Bartolomé

(Ouanalao la llamaban los aborígenes caribe)

En lengua francesa Saint Barthélemy; también conocida como Saint Barth, es una colectividad territorial de ultramar perteneciente a Francia, ubicada en el Caribe al sur de la isla de Saint Martin.


Su historia es muy curiosa; ella también fue descubierta por el almirante Cristóbal Colón, quien le dio el nombre de su hermano. Mucho más tarde, en 1648, el capitán francés Lonvilliers de Poincy ocupó la isla para Francia y entre 1651 y 1665, San Bartolomé, fue propiedad de la Orden de Malta.
Con el correr del tiempo llegaron los primeros colonos, principalmente normandos y bretones, pero el clima seco y la geografía rocosa no les permitieron el cultivo de la caña de azúcar como en otras islas del caribe, por lo que no hubo un ingreso masivo de esclavos y eso hoy se nota, porque casi toda la población es de origen europeo.
Esta roca desde siempre perteneció a Francia, con la excepción de casi un siglo de dominio sueco entre 1785 y 1877. 

Localidad principal, viene llamada así en homenaje a Gustavo III de Suecia, pero San Bartolomé, hoy perla del Caribe, siempre fue muy codiciada, entonces, los franceses que la habían cedido a cambio de derechos portuarios en Gotemburgo; la recuperaron mediante el pago de 80.000 francos.

Para llegar a está isla ubicada a un puñado de millas al sur de Saint Martin, si no contamos con una embarcación privada estamos obligados a hacer un puente en el lugar recién mencionado.
Lejos de Saint Barth, uno se pone molesto y no llega a comprender porque no hay conexiones aéreas directas, pero cuando llegamos allí todos estos cuestionamientos van a parar a la papelera.
Más que isla es una roca, que no dispone de espacio para alojar a una pista de aterrizaje importante. Realmente, tan poco es así porque, yo que no soy ningún ingeniero, después de echar un vistazo tengo dos proyectos para conseguirlo. ¿Y entonces si es tan fácil cuál es el problema? Respuesta: “No hay problemas sin solución, porque en este caso; o se gana terreno al mar o se derriba una parte de la montaña y se hacen galerías para que pueda seguir fluyendo en tráfico”.
Sobre el comentario referente a proyectos no me hagan mucho caso porque son opiniones de la imaginación de un visitante que juega con un presupuesto prácticamente ilimitado.



Aquí hay un ambientazo y este, tal vez, sea el mejor sitio del Caribe.

“La Roca de San Bartolomé”, reúne un buen pellizco de famosos, millonarios, una buena parte del jet set internacional, tiendas de las mejores marcas y no todos podemos permitirnos un hospedaje en este lugar lleno de glamour, gente guapa y barcas de recreo que incluso sobrepasan los cien pies. ¿Saben qué significa esto? Esto significa que si a mí me regalasen uno de estos monstruos de los mares, aunque no pagase su seguro y tuviese capitán y una docena de tripulantes trabajando gratis no podría utilizarla porque mi presupuesto no da para pagar entre 3000 y 9000 litros de combustible por día de marcha. Más de uno de ustedes es posible que este pensando: ¿Pues si no tienes para el combustible, lo aparcas y lo disfrutas? Pues tampoco es posible porque este tipo de barcos pagan cifras muy importantes por cada día de amarre.
Estos son solo comentarios, para que podamos ubicarnos en el poder adquisitivo de la gente que viene o está arraigada en Saint Barth. De todas maneras, no todo lo que brilla es oro, también hay buscavidas y gente que llega con la intención de prenderse a una de estas tetas que dan leche con sabor de diamantes.
Este lugar maravilloso, a pesar de ser pequeño, cuenta con más de 20 playas, donde Nikki Beach es la reina.

Quiero que quien lea este trabajo tenga siempre presente que Saint Barth, es un sitio para visitar.

La alegría de volar

Quién escribe llegó con el primer vuelo de la mañana —avión pequeño—, un poco distraído porque seguía un velero de 4 arboles de velas de nombre Cliper, que le reconocí porque cuando salía al balcón de mi apartamento en el puerto de Ibiza sus velas casi estaban al alcance de mis manos. Volviendo a la situación dentro del aparato que volaba; les comento que la vida es una piña de experiencias y yo, que por haber volado miles de horas, sé distinguir cuándo estamos en peligro o la situación se está escapando de las manos de un piloto. Quiero aclarar que esto no es ni bueno, ni malo; es solo experiencia.
Y hablando de experiencia les aseguro que las de este tipo enriquece mi alma; me refiero al aterrizaje en Saint Barth; percibo un movimiento brusco, observo y veo que vamos en picado intentando pasar entre dos cerros. Suspense total entre los ocho pasajeros y vaivén de alas por parte de los pilotos que luchaban para acomodar el aparato. Sigan con atención porque este relato es de una buena película. Otro golpe de timón hacia abajo, vamos en picado y podemos ver la cara de los automovilistas que veían como nuestro avión se les venía encima. Realmente, les pasamos muy cerca, pero todo estaba calculado para bajar sin tocar los vehículos. Lo más hermoso de este momento, es que para nosotros fue eterno y, gracias a eso, pudimos ver la secuencia en detalles; los coches, sus conductores, la gente que estaba apostada para realizar filmaciones o secuencias fotográficas y otros.
Segundos más tarde, primero una rueda quemó caucho al entrar de manera agresiva en contacto con el pavimento y después hizo lo propio la otra —la sincronización no fue perfecta, pero sí emocionante—; después de los flapper (frenos de viento) el freno de rueda y a reglón seguido con alegría en el cuerpo seguimos camino hasta el frente de sector de llegadas del aeropuerto Gustave III (Saint Barthélemy).
Como curiosidad agrego que, en este aeropuerto, es frecuente ver a naves que abortan el aterrizaje para buscar un mejor intento. En el siguientes vídeos tomado de  You Tube, gracias al señor de la cámara, pueden ver lo que traté de explicarles.


Barcos y más barcos guindan sus aguas; modelos y gente guapa hacen lo mismo en las calles de este pequeño lugar. Haciendo una incursión necesaria en lo personal, les comento que cuando puedo desplegar mi argumento siento que no estoy por debajo de nadie, pero en Saint Barth reía de mí mismo —me gusta hacerlo—: “un pobre hombre con una pequeña mochila caminando en medio de tanto lujo”. No puedo decir avergonzado, pero si empequeñecido por haber llegado tan mal preparado a un sitio como este; visité lo que quedaba, tomé mis fotografías y cuando me sentí satisfecho cogí el transbordador y regresé a Saint Martin para desde allí continuar viaje. A continuación, agrego la mi set fotografico.

Vamos allá   Gracias



La experiencia fue muy positiva y, tal vez, ya no me quede tiempo para regresar a este sitio, pero si lo hago prometo llegar preparado para sentirme a gusto y así pegarme una buena juerga de esas donde no falte nada. La imagen que aparece a la derecha es solo un ejemplo que nos enseña el glamour de la isla.


Por aquí, también pasó Diego Siciarelli

En el siguiente mapa, San Bartolomé aparece abajo a la derecha, arriba vemos Anguila y en el centro la isla de San Martin, necesaria para mis enlaces.

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