Bélgica

Caminaba por el arcén de una ruta de menor importancia de esas que por allí cruzan por pueblecitos de casas de ladrillo rojo y tejados puntiagudos donde las ventanas lucen cortinas blancas y al jardín que las precede está bien llamar: “Obra de arte”. Lugares donde la iglesia de turno muestra orgullosa su campanario coronado con la figura de un gallo o una cruz según se trate de un templo católico o protestante. Villas de edificaciones bajas donde sin excepción la casa de Dios es el edificio más alto del pueblo y los hogares se apiñan entorno a ella como lo hacen los polluelos con su mamá gallina.

Era una mañana sin sol de un día diáfano y un alma solitaria daba pasos al costado de una carretera que cortaba el terreno en una interminable recta orientada hacia el Este.
El paisaje poco cambiaba, es más, parecía que siempre estaba en el mismo sitio. Se sucedían las praderas húmedas donde salteado aparecían algunas vacas que se mostraban pastando o aburridas. La variante a este tipo de paisaje estaba a cargo de los campos de labranza donde, hombre y tractor, trazaban líneas hasta rayar todo el terreno. Solitarios en compañía, detrás de cada arado venían las gaviotas ocupando surcos como puntos suspensivos blancos sobre el marrón recién abierto en busca de lombrices e insectos.

Los anteriores son trozos de mi noveno libro y los agregué para decirles que de Bélgica conozco un poco de su campiña, tres de sus ciudades principales y el puerto de Ostende desde donde una vez cruce a Dover  en Inglaterra

Bruselas
Es sede de la Comisión Europea, del Consejo Europeo, una de las dos sedes del Parlamento Europeo y es también sede a de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

A esta ciudad llegué por primara vez cuando Europa era un cuento de hadas, todo era muy bonito e incluso rendía mucho más el dinero. Recuerdo el paseo por la Grand Place donde está el maravilloso ayuntamiento, el conjunto es Patrimonio de la Humanidad UNESCO, y Manneken Pisla estatua del niño haciendo Pi-Pi, que en esos tiempos era el icono de la ciudad.

Grand Place
Curiosidad

En la capital de Bélgica, encontré un guitarrista y entre los dos no pudimos llevar al banco en un solo viaje las monedas que había recogido en unos días sonando en las galerías del metro. Como le digo eran otros tiempos y haciendo cualquier cosa se conseguían buenos ingresos.

Lo que ocurrió en esta ciudad, en mi primer visita, fue increíble; estuve dos días allí y durante todo ese tiempo hubo una niebla espesa que no permitía ver a más de un par de metros; en consecuencia no pude ver nada y marché con mucha pena, pero unos años más tarde regresé muy contento de poder hacerlo.

La ciudad de Brujas fundada por vikingos en el siglo IX es conocida también como: “La Venecia del Norte”, por su extensa red fluvial.
Muchos creen de manera equivocada que su nombre proviene del femenino de brujo cuando en realidad es un vocablo escandinavo antiguo: "Bryggia", que significaba puentes. El asentamiento se formó, creció y algunos siglos más tarde su atracadero se convirtió en un pujante puerto internacional que transformó la metrópoli en una potencia económica importante. Pero el éxito no suele ser eterno y fue la misma Naturaleza que a Brujas le jugó una mala pasada. Las inundaciones constantes arrastraron sedimentos que se fueron depositando en el fondo y con el tiempo cerraron la salida al mar de la ciudad. Así perdió su cualidad portuaria y su poderío se vino abajo. Pero entre malas siempre aparecen buenas nuevas; una tormenta de dimensiones épicas descargó toda su furia sobre la región y el agua que cayó, buscando su salida natural, entró con volumen en el canal y arrastró hacia el océano los sedimentos que lo obstruían. Con el río Leading otra vez, navegable para embarcaciones de gran calado la ciudad recuperó la sonrisa. Malas con pintas buenas y al contrario; un par de siglos más tarde los depósitos como parte de un ciclo que jamás se detiene, fueron suficientes como para ganar la que podríamos llamar “batalla definitiva” porque en los tiempos modernos cuando el hombre dispuso de los medios para dragar y mantener el canal abierto, aquel sitio como puerto carecía de valor estratégico. Pero, Brujas, no se sintió afectada, al contrario, cerrándose al bullicio y la chusma de los ambientes de marineros, lo que perdió en lo económico lo ganó en nobleza que enriqueció su encanto, que hoy todavía se refleja en sus viejas fachadas, en sus monumentos y en sus puentes, pasar por debajo de estos que saben de antiguo es una sensación única, que nos transporta al ayer más bonito de Europa.

Callejear por sus calles; atravesar sus canales, y llegar a la plaza del Burg, donde está el maravilloso edificio del ayuntamiento o pasar por la plaza del Mercado donde está la Lonja de Paños con la majestuosa torre del campanario es mágico. Esa agradable sensación también se manifiesta al entrar en la iglesia de Nuestra Señora de Brujas, que conserva la obra de Miguel Ángel, en mármol, llamada: “La Virgen y el Niño”. 
En la ciudad hay museos destacados.


Gante (La Perla de los Flandes)

Aquí nació Carlos I de España y V de Alemania. La ciudad es preciosa; sus edificios, sus canales y el reflejo de las luces sobre el agua que crea un ambiente mágico. Además de eso, no cabe ninguna duda de qué “El Castillo de Gravensteen”, mandado a construir por: “El Conde Felipe de Flandres”, en el centro de la ciudad y junto al río es el castillo más bonito de Bélgica. Gantes se destaca, también por su skiline que cuenta con cuatro torres antiguas que van mucho más allá de los tejados de pizarra para recibir los vientos.


Amberes
Otras ciudades destacadas son Amberes (importante centro en el tallado y comercialización de diamantes y otras piedras preciosas), Charleroi y Lieja.

Tengo amigos que en verano llegan del otro lado de la línea que divide Bélgica de Alemania y cruzan todo este último país para disfrutar de sus playas atlánticas; ellos dicen que son preciosas y yo les creo.
 
Documental de Flandes



Mapa

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