Era invierno pero el sol que iluminaba hacía que el entorno
sea más bello. Siguiendo la carretera que mientras avanza, entre bosques de
pinos y cacitas típicas, le echa una mirada al mar Báltico, entré en Estonia.
Ese
mismo camino poseedor de paisajes maravillosos me acompañó hasta el extremo
norte donde está ubicada la capital de este país miembro de la Comunidad
Europea.
Posee un centro histórico llamado Vanalinn declarado Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO. Gracias a
sus cúpulas espigadas que buscan el cielo el Skiline de este sitio es precioso.
En la misma postal, pero más abajo vamos a encontrar que todavía hoy este revuelto
de casas que se agrupa entorno a sus iglesias conserva parcialmente su muralla.
Sin ninguna duda este es otro de los
lugares encantados de Europa y caminar por sus callejuelas estrechas disfrutando
del contenido, os aseguro que eriza los bellos.
La historia de Estonia y Tallin como las de sus similares
del mundo está llena de luchas con nombres de vencedores y vencidos, pero eso
es parte del pasado que siguiendo los enlaces de este blog pueden consultar en Wikipedia. En el
presente el país se muestra próspero, sólido, seguro y preparado para el
turismo.
Aquí llegan muchos finlandeses, atraídos por el corto paseo de barco que les separa y el buen mercado que encuentran en el licor y los cigarrillos. Ellos y tantos otros dan alegría a las calles de día y son la guinda del pastel que representan los locales nocturnos.
Cada viajero se desplaza a su manera y estoy seguro de que ustedes en este país pueden descubrir más sitios. Mientras que por mi parte con lo que tengo en mi saco es suficiente, por esa razón aprovechando el buen servicio de ferry que ofrecen en este sitio voy a seguir camino rumbo a Finlandia.
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