Terminada la visita a los países del Golfo Pérsico que me faltaban me dispongo a cambiar de aire. Después de la parte de África, al sur del Desierto del Sahara, sin duda la zona que le sigue en dificultad es Asia Central. No me refiero a la más peligrosa donde sin duda el segundo lugar, siempre por detrás del continente negro, lo ocupa Latino-américa. Asía central es duro por las condiciones del clima, su mala comida, la policía corrupta, sus malas costumbres y otras cosas que no funcionan. Estoy en Dubai y tengo la manera de llegar a destino pero me faltan las visas que requieren de esfuerzos más allá de los límites. Repaso la información y compruebo lo que ya sabía; solo Kazajistán puede abrirme las puertas de este universo complicado. Entonces me presento en la embajada de este país, lleno el formulario, lo presento en ventanilla y algunos minutos más tarde viene el secretario del cónsul y me pide una invitación de una empresa de Kazajstán. “No tengo”, fue mi respuesta que de inmediato recibió replica. “Entonces no puede viajar al país.” “¿¡Qué dice!? Soy escritor y voy para hacer un reportaje.” Palabras mágicas que aflojan la tensión y me regalaron una solución. “Es escritor. Hubiésemos empezado por ahí, en un minuto le hago entregar su pasaporte.”
Vía libre hacia allá vamos...
Llegue a Astana capital de Kazakhstan en avión desde Dubai en el Golfo Persico y después como indican los puntos blancos en el mapa bajé hasta Almaty utilisando el tren
Con
la desintegración de Unión de las Repúblicas Soviéticas en el año 1991 Kazajstán
o Kazakhstan se declaró a sí mismo país independiente. Almaty fue su primera
capital reemplazada en 1997 por Astana donde llego después de un largo viaje vía
Moscú. Ahora para ubicaros en el tiempo les digo que estamos en la primavera
del hemisferio norte del año 2009.
No
hay duda de que este país rico en hidrocarburos y gran exportador de uranio en
todos los aspectos es el más importante de la zona. La capital está inmersa en
un espiral de construcción, pero más allá de construir para el bienestar, parece
que lo hacen por la necesidad de demostrar su poder de desarrollo.
Edificio símbolo del modernismo de Astana |
Aquí las
combinaciones entre más de un centenar de etnias distintas permiten que vea
unas mujeres bellísimas, rostros exóticos con ojos preciosos, piernas largas y
cuerpos perfectos. Supongo que los hombres estarán dentro de condiciones
idénticas. No todo es perfecto y una inflación elevada tiene los precios por
las nubes, entonces, como no me gusta pagar por las cosas lo que no valen voy a
meter prisa por donde es más caro y relajarme donde cueste menos.
Mil
doscientos kilómetros más allá de las estepas del desierto kazako, al pie de la
cordillera del Himalaya está Almaty. Durante el viaje en tren atravesamos un
par de ciudades y paramos, también, en algunos pueblos que me hacen sentir afortunado por haber
nacido en otra parte. Pensaba esta burrada cuando se acerca un señor musulmán y
me regala un banderín donde está escrito: “Ala es el más grande”. Se lleva la
mano al pecho y me dice: “Bienvenido a mi país, de todo corazón le deseo que
disfrute de su permanecía”. Ahora, cada vez que recuerdo ese momento me emociono y pienso cuanto valor tienen las cosas simples.
Estepas de Kazajstán |
Quien dijo que no llegaría
nunca, un día más tarde me bajo del tren y noto que si en otros sitios del país
prácticamente no hay árboles, aquí hay demasiados. Hasta tres y cuatro hileras de troncos, como una
sucesión infinita de barras viajan por las aceras y un número indeterminado de
especies variadas ocultan cada bloque de edificios y formar laberintos en sus
caminos de acceso. Más tarde voy a comprobar que la luz de la calle en el grueso de la ciudad es escasa y con
tanta vegetación durante la noche da la sensación de caminar dentro de la
garganta de un ogro.
Cúpulas de la iglesia ortodoxa de Almaty |
Está
cayendo la tarde cuando
salgo de la estación y de inmediato compruebo que, aquí también, el tráfico es
terrible, desprolijo y transgresivo. Durante el trayecto hasta mi hotel cuando
llegó a 5 accidentes dejó de contarles cuando descubro que si le faltaba algún
condimento para hacer picante la situación, aproximadamente, la mitad del
parque automotor lleva el volante a la derecha y el resto a la izquierda. Este
hecho crea confusión y a la vista están las consecuencias; el absurdo se debe a
la falta de regulación para los vehículos que llegaban de segunda mano de
países distintos.
Después de hospedarme salgo a
cenar y camino por un oscuro paisaje donde en contadas ocasiones aparece algún
cartel luminoso. Pero cuando llego a una zona central, cerca del estadio de
fútbol, despunta un grupo de torres de oficinas y dos de estos colosos con
luces y efectos especiales regalaban a Almaty un aire de Time Squere. Pero la ciudad que es
la capital económica del país donde la producción de petróleo sale por un tubo
y el dinero entra por otro de mayor tamaño es mucho más que eso. Para
comprobarlo es suficiente con llegar a la zona donde predominan los mejores locales
occidentales mezclados con los kazakos que orgullosos por su posición económica,
exhiben grandes letreros con nombres alusivos a la bonanza que les proporciona del
petróleo. Cosas de pueblos distintos.
Sigo con prisa y, al día
siguiente, voy a por más visados. Primero me presento en el consulado de
Uzbekistán llenó el formulario, lo presento y me preguntan: “Profesión”.
Después del buen resultado que había obtenido en mi experiencia anterior, sin
pensar, contesto: “Escritor”. Pero esta vez no iba a funcionar; me devuelven el
pasaporte y me dicen de mala manera que escritores y periodistas tienen
prohibida la visita. A veces, ante las injusticias no puedo evitar ser malo,
entonces, pienso: “Mira este país de mierda”, y respondo con despreció.
Ya fuera del sitio, antes de
marchar rumbo a la embajada de Kyrgyzstan, o Kirguistán en nuestro idioma,
anoto los nombres de estos países extraños porque además de que les confundo no
recuerdo cómo se llaman. Esta situación como el no haber obtenido el visado no
me preocupa demasiado porque sé que antes de terminar el recorrido la visa la
habré conseguido y a los países les tendré más que identificados. La segunda
entrevista de la mañana no presenta dificultades, salgo del consulado voy hacia
al banco pago 150 dólares, regreso con el recibo y recojo mi pasaporte con el
visado que me permite seguir adelante.
En la mañana de un día diáfano
las cumbres nevadas hacen que el viento baje frío, mientras yo espero mi autobús
para seguir camino.
Salimos con retraso y por esa
razón el medio tuvo que luchar más de lo debido con el tráfico. Ya en la
carretera la Naturaleza pinta un paisaje hermoso. Praderas amarillas son el
manto y las líneas verdes de pasto fresco que acompañan las líneas de aguas que
bajan de las montañas dibujaban las guardas. Es bonito ver como caballos, cabras
y ovejas se aprovechan esta combinación perfecta. El agua es de deshielo y da escalofríos ver a
pescadores en los torrentes sosteniendo sus redes con el agua hasta la cintura
esperando peces. Praderas, animales y
pescadores me distraen hasta que llego a la frontera.
Un viaje incómodo con un
argumento pobre pero por favor sigan conmigo pinchando el siguiente enlace que se va a poner interesante:"Kirgizstán"
Muy interesante el relato sobre Kazajstan
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