Una sorpresa en Camboya


Viajar es mi pasión y mi debilidad la aventura.

El ayer es la cuna de los recuerdos y el hoy el tesoro de una existencia que se descubre momento a momento.


Había llegado por segunda vez a Phnom Penh capital de Camboya. Una ciudad extravagante (caótica de día y fascinante de noche). Y caminaba por una calle, sin aceras, repletas en sus orillas de puestos de comida en dirección al río Mekong, un curso de agua cargado de historia que nace en la meseta tibetana y desciende de las alturas para luego atravesar Birmania, Tailandia, Laos, Camboya y formar un maravilloso delta cargado de historia antes de salir al mar en Vietnam. No le veía pero con la briza llegaba su perfume, cuando me invadió la nostalgia. Miraba a mi alrededor y me decía: “¡Cómo ha cambiado esto! Pensar que hace veinte años, aprovechando una pequeña tregua entre la guerrilla de los Yemenes Rojos de Pol Pot y el Gobierno, visité este sitio y en el malecón –ahora próximo un puñado de pasos– vi pasar a un elefante”.
¿¡Qué bonito, verdad!?

La primera foto muestra la visión de mis recuerdos, en aquel momento, pero de repente el presente se hace inmenso y me obliga a abandonar el pasado. Ahora mis ojos brillan y una energía de placer recorre mi cuerpo. Por fortuna otra vez llevo conmigo mi cámara fotográfica, de todos modos, esta gran alegría me acompañará para siempre alojada en mi corazón, y siempre pronta en mi cerebro.
Ha pasado tiempo, ya está viejito y necesitas zapatos de goma. Ahora es más pesado y ya no camina con soltura pero sigue sin dejar de hacer cada día el camino que lo lleva al trabajo, porque él desde desde pequeño  regala emociones a los niños en un parque cercano.
Hasta el proximo viaje en viajar5cero.


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